Había una vez una pareja de Horneros que se hicieron una casa en un algarrobo donde había otros nidos. Ahí vivian otras aves como el pitogüé, algunos gorriones y otros horneros.
Ya era octubre cuando la pareja de horneros terminaron de construir su casita y era tiempo de poner huevos.
Una habitación de la casa iba a ser de los "bebes".
Cuando ya estaba a punto de que nacieran sus pichones, imaginaban que su hogar quedaría sólo y triste. Y a pesar de que abandonar el árbol significaba la maduración e independencia de sus hijos, por otro lado, era volver a estar solos para el año siguiente construir de nuevo.
Cerca del lugar se había mudado una familia de Humanos. El miedo comenzó a invadir a las demás especies.
Una mañana el Pitogüé notó que el hornero y su familia no estaban, ni tampoco su casita. Descubrió que la casa estaban en la casa de los hombres. Estaban en la gigante construcción de los Humanos. Y que la vendían y la ofrecían como un objeto decorativo.
De la Familia de Horneros no se supo que pasó.
Alborotadas las aves del árbol decidieron ver como hacer para que no les robaran sus hogares.
Entonces decidieron no dejar más nidos abandonados, por eso, cuando un hornero abandona el nido otras aves que no saben construir ocupan el suyo y de esta manera evitan que los humanos se los roben.
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